lunes, 31 de octubre de 2011

ASCENSO POLÍTICO DE LA COMUNIDAD CUBANA

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Por Lorenzo Gonzalo,
periodista cubano radicado en Miami

Desde la década de 1980, las personas de origen cubano en Miami comenzaron a ocupar espacios importantes en la política de Estados Unidos. Aquello respondió a un plan del entonces Presidente Ronald Reagan para darle una nueva cara a la política agresiva de Washington hacia Cuba. A partir de entonces, aun cuando clandestinamente continuaron apoyando y facilitando el trabajo sucio de los terroristas de origen cubano, quedó transformado el método de agresión, sustituyéndolo por la aprobación de leyes y estrategias que “supuestamente partían del sentir de los cubanos amantes de su país”.
Esos “cubanos amantes de su país”, quienes no eran más que hijos de gente revanchista con mucho odio en el alma, serían desde entonces las mejores pruebas para sustentar las políticas agresivas de la Casa Blanca. La injerencia de Washington en los asuntos internos de Cuba quedó justificada como algo que provenía de los propios cubanos “exiliados”. En realidad esos “exiliados” son un grupo proveniente de las antiguas familias asociadas al régimen dictatorial que rompió el ritmo institucional cubano en 1952, quienes fueron elevados a la categoría de dirigentes del Congreso y el Senado de Estados Unidos. Algunas personas, ajenas a los sucesos de aquella etapa, se sumaron por diversos motivos a la política de los herederos del golpe constitucional que violó el ritmo electoral cubano. Unos lo hicieron por miedo, otros por temor a las represalias laborales y no faltaron muchos que actuaron por oportunismo, convirtiendo esa actitud en un modus vivendi,  o quienes abochornados con ellos mismos, por no haber sido capaces de reclamar y decir sus puntos de vista mientras vivían en Cuba, desarrollaron una formación reactiva.
La carta de presentación para aspirar a un puesto político en Miami ha consistido desde entonces en presentar una leyenda que hable del “exilio” o que muestre una historieta de “luchador anticastrista”, y otras sandeces semejantes. En esto consistió el estilo para captar el voto de los afines, el de los incrédulos y sobre todo del emigrado promedio que deseaba regresar a Cuba o al menos visitar su país sin restricciones, como cualquier otro emigrado del mundo que vive en el Hemisferio Occidental.
El factor migratorio, especialmente el de los cubanos, ha sido decisivo para el sostenimiento de ese grupo de personas que ostentan cargos en Estados Unidos, amparados en un discurso agresivo en contra del gobierno cubano. Un factor que ha contribuido fuertemente a sostener la consistencia del voto de los emigrados cubanos a favor de esas personas, ha sido la lentitud de una reforma migratoria en Cuba, que responda a estos nuevos tiempos, en los cuales la agresión directa practicada unas décadas atrás por Estados Unidos, ha sido sustituida por una estrategia sutil, consistente en apoyar con dinero y recursos provenientes de Washington, a una supuesta “oposición cubana”.
La desaparición generacional paulatina de quienes violaron la Constitución cubana en 1952, no ha dado por resultado un cambio sustancial de la actitud de muchos, porque aún se mantienen por parte del gobierno cubano las restricciones que impiden a los emigrados ejercitar las mismas prácticas migratorias generales que disfrutan las demás comunidades. Esto ocasiona en ellos un sentimiento de no pertenencia, que los aleja de los aspectos políticos de su país.
En resumen podemos decir que el debate de hoy se concentra en la política migratoria, esencialmente en el trato que reciben los cubanos emigrados por parte de Estados Unidos y de Cuba.  En ese sentido, la propaganda inclina la balanza hacia Estados Unidos. El gobierno de Obama ha puesto en vigor las mismas restricciones antes de la era de Clinton, ha eliminado aquellas establecidas por el gobierno de Bush y ha suavizado muchas de las existentes a principios de los años noventa. Como consecuencia, los emigrados asumen esas disposiciones como una relajación de la política de Estados Unidos hacia Cuba, mientras el gobierno cubano continúa sin reconocerles ciertos beneficios que, por razones de nacionalidad, constituyen un derecho para el resto de los ciudadanos del Hemisferio.
 En las contiendas electorales del Estados de La Florida, lejos de debilitarse, se siguen fortaleciendo los candidatos cubanos que mantienen este tipo de mentalidad. El último de los mohicanos es Marco Rubio, senador por el Estado de La Florida. La escalada del proceso que ha llevado a ese sector a altos cargos públicos, se ha hecho tan evidente en este caso porque el Senador ha llegado a ser considerado incluso como posible candidato presidencial. Cosa insólita para una maquinaria que comenzó hace a penas 25 años. Los mexicanos, llamados chicanos, con doscientos años de historia no tienen un símil semejante.
En relación a este Senador, se ha destapado últimamente un escándalo en los corrillos chismográficos que definen la política electorera de partidos. Resulta que para adornar su imagen se autodefinió en su minibiografía como un candidato “exiliado”, “luchador anticastrista” y bla, bla, bla… Lo mismo de siempre. Pero resulta que el personaje es hijo de padres que emigraron a Estados Unidos en 1956, año en que el proceso revolucionario aún no había llegado al poder.
Otro problema que quieren crearle al “flamante Senador” es que sectores racistas y anti inmigrantes, aducen que para ser ciudadanos con derecho a aspirar a la presidencia del país, debe ser hijo de hijos de inmigrantes, o sea segunda generación, cuestión que no está claramente establecida constitucionalmente. Pero lo importante del tema es poner en conocimiento público, hasta dónde llega la comedia trágica de los candidatos de origen cubano que aspiran a cargos públicos en Estados Unidos, quienes deben enarbolar, como trofeo para la contienda, ser los representantes de un tercer país. Esta actitud tiene mucho que ver con el mecanismo que hizo posible el milagro que les permitió ocupar esos cargos.
A estas alturas del derrumbamiento de la URSS, esta tragicomedia política debió haberse desvanecido y otras etnias u otros cubanos, con mentalidades enfocadas en los asuntos nacionales de Estados Unidos, debían haber desplazado a este tipo de políticos. Pero mientras el tema cubano pueda ser sustentado como credencial para llegar a ocupar altos cargos de gobierno en Estados Unidos, prometiéndoles a los emigrados de Miami su regreso y el acceso a la nación común, la convocatoria al voto se inclinará a favor del odio y la revancha que albergan los discursos de estos candidatos.

El Nudo Gordiano en este sentido, se rompe en Cuba. En tanto la política migratoria practicada por el gobierno no cambie, la mayoría del cubano será influenciado por estas personas predicadoras de odio y serán de gran peso a la hora de inclinar la balanza del voto electoral en el sur de La Florida. El cubano que decidió vivir fuera de su país, por la razón que fuera, consciente o inconscientemente, piensa que es considerado enemigo de Cuba o en el mejor de los casos, se siente ajeno a la Nación que le dio su cultura y el alma esencial del sentimiento.
Washington y sus apologistas han utilizado maravillosamente ese resquicio. La esencia de sus discursos, desde que les entregaron el poder del estado de La Florida a estas personas, ha consistido en ofrecerle a estos emigrados el regreso “al país perdido”. Tampoco han escaseado momentos en que estos emigrados cubanos son comparados con los de otros países con la malvada intención de levantarles un sentimiento de bochorno. La correlación migratoria entre ambos países es el factor más importante que explica en gran medida, la supervivencia de la descabellada política del bloqueo, condenado todos los años por la comunidad internacional que integra la Organización de Naciones Unidas.
Por lo pronto, la farándula política del Senador Marco Rubio inclina a pensar que sus padres huyeron de la dictadura de Batista en 1956 y que en el mejor de los casos proviene de una familia de “fidelistas arrepentidos”.

domingo, 30 de octubre de 2011

Antonio Guerrero habla de deporte y los Juegos Panamericanos

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Queridos amigos:
En este amanecer, bastante frío en Florence, me llega la agradable noticia de que nuestros deportistas ya han alcanzado 52 medallas de oro en los Juegos Panamericanos y se ubican, con siete medallas más de este tipo que Brasil, en el segundo lugar de esta competencia deportiva, que, como saben, reúne a todos los países de nuestro continente americano
y se lleva a cabo en Guadalajara, México.
Los grandes medios de este país, que está ocupando el primer lugar en títulos por un margen amplio, nada dicen de estos juegos.
Amigos solidarios nos han subscrito a varios periódicos y recibo uno de los mas importantes en este país, el The New York Times. Chequeo a diario la sección deportiva y en ella los Panamericanos no existen.
Los canales de televisión hispana en sus comentarios deportivos han silenciado la existencia de esta competencia deportiva, la más importante de nuestra región. Es inconcebible.
He tratado de ver si pasan algo por los canales deportivos y solo, milagrosamente, pude ver el juego de voleibol de nuestras criollitas contra las estadounidenses en la semifinal.
Y no es que no se hable de deportes, es que sólo se habla de los deportes que dejan dinero, los otros son todos secundarios.
Amplia cobertura ha tenido por estos días la mal llamada Serie Mundial de Baseball, que no es otra cosa que la final de la Liga Profesional, la cual terminó ayer. El jugador más relevante del equipo ganador, los Cardenales de San Luis, Albert Pujols, quien ha jugado por 11 años con ese equipo, queda para la próxima temporada como agente libre. No ha decidido qué hacer. Se irá para el equipo que le ofrezca el mejor contrato, es decir, más dinero.
Por supuesto, no falta la constante transmisión de los juegos del futbol americano, casi desconocido fuera de este país. Aquí tienen un torneo mayor y otro de universidades. Las apuestas son millonarias cada fin de semana. Es un habilidoso negocio que incluso funciona en las prisiones.
Hace dos semanas debió comenzar el flamante torneo de la NBA, el baloncesto profesional, que como la pelota compra a precios inimaginables deportistas por el mundo. Pero resulta que los dueños del negocio no se ponen de acuerdo con los baloncestistas en la repartición del dinero. Los que sudan la camiseta en el tabloncillo quieren más de la tajada que deja este otro “negocito”. Constantemente se habla de esta disputa. Es algo como los escándalos de la farándula. Todo indica que es para atraer más publico, es decir, hacer más billetes. Ya llegaran a un acuerdo sobre la millonada.
Doy mis gracias a los amigos que me hacen llegar las noticias de los Juegos Panamericanos.
Cuba continúa siendo un ejemplo. La Revolución sigue demostrando la grandeza de su obra, bajo un bloqueo que se empeña en estrangularla y que es mundialmente repudiado.
Reitero, ¡Venceremos!
Antonio Guerrero Rodriguez
29 de octubre de 2011
FCI Florence

viernes, 28 de octubre de 2011

Los héroes, la Patria, la voz de Sara

Liudmila Quincoses • La Habana
Fotos: Calixto N. Llanes


Por supuesto que no había nacido cuando Girón, que era una niña en el 80, con lazos rojos y uniforme de primaria cuando me sorprendió la voz de Sara González por primera vez. Estaba en el  enorme patio de la escuela Julio Antonio Mella, en la villa del Espíritu Santo, un día nublado. Pusieron otros temas, pero ninguno lograba conmoverme, el canto de aquella mujer, llegaba con un torbellino de imágenes tremendas, y nos traía de regreso a los mambises, cabalgando hacia la eternidad, hablaba de recordar a los héroes, sin llanto. A pesar de no conocerla sentí que me era tan cercana, tan necesario ese clamor. Vi los ojos, el rostro grave de Martí, Martí y mi madre me fueron a buscar a la escuela esa tarde, mi madre me explicó que la canción había sido escrita para recordar a los mártires, para recordar la victoria de Girón. Martí me dijo que la voz de Sara no solo era melodía, las palabras también formaban versos y que ella era una poeta, me anunció con cierta gravedad que algún día yo también sería poeta. Recuerdo que me lo dijo con un poco de pesar, como se dicen las malas noticias. Música y poesía era ella misma, me pareció inolvidable su canción, la fuerza de esa voz que me conmovía tremendamente, regalándome su visión, su manera de sentir la patria, de amar a los héroes.
 
Hace como un año la conocí, en una reunión tediosa, yo estaba sentada junto a Sigfredo Ariel, y él recibió un mensaje de Sara pidiéndole que le guardara un asiento junto al suyo, le pedí que me la presentara y me dijo que sí, que por supuesto. Un poco más tarde llegó, se sentó junto a mí y comenzamos una larga conversación, como si hubiéramos sido amigas de años. Sigfredo no tuvo que presentarnos,  la energía fluía, su conversación era magnífica, con observaciones agudas, pero siempre simpática, inteligente.
Hace unos días nos reencontramos. Fui con Abel, Morlote y otros amigos al hospital donde se encuentra recuperándose de una enfermedad que no ha logrado cambiarla, era la misma que había conocido, la misma iluminada mujer. Fuimos a llevarle el premio Maestro de Juventudes, en el 25 aniversario de la AHS,  que le había sido otorgado por su trabajo de toda la vida a favor de la cultura cubana. Es el más alto reconocimiento que conceden los jóvenes artistas a los creadores que han logrado con su obra un magisterio. Así sentimos a Sara, joven siempre por su espíritu y cercana, cantándole a nuestras gestas, auténtica, incansable, conversadora, maestra de juventudes, voz de la Patria.
 
 

miércoles, 26 de octubre de 2011

Sobre la prensa en Cuba

                                               por Guillermo Rodríguez Rivera 


Los amigos de Espacio laical(*) me han distinguido llamándome, otra vez, para tomar parte en un dossier de esos que pueden contribuir a aclarar algunas cosas que hace mucha falta aclarar. Quieren mi opinión para que se incluya en lo que, sin duda, será un debate sobre la prensa en general y, específicamente, sobre la prensa en Cuba.

Quisiera empezar por decir que alguna vez, allá en mi ya lejana adolescencia, acaricié el propósito de ser periodista. Nunca llegué a matricular en la Escuela de Periodismo que existía en Santiago de Cuba, la ciudad donde nací y crecí. Y cuando, casi al triunfo de la Revolución mi familia decidió mudarse a La Habana –donde ya vivían mis hermanos médicos-- , tampoco quise estudiarlo porque, leyendo las crónicas del mayor de los periodistas que ha dado Cuba, José Martí, y que nunca había estudiado periodismo, comprendí que el periodismo no era un saber sino una habilidad, un oficio que hay que desarrollar desde una formación humanística. Hacer una crónica o un reportaje (más aún un artículo de opinión) se aprende a hacer leyendo a los maestros y, ante todo, escribiendo. Claro, si uno tiene la capacidad para hacerlo.

Lo cierto es que casi mi primer trabajo fue de periodista. Digo casi porque inicialmente trabajé en una oficina a mis diecisiete años, pero rápidamente me vinculé a la Dirección de Cultura de la Asociación de Jóvenes Rebeldes. Allí conocí a Ines Martiatu y  a Sara Gómez, entonces tan jóvenes como yo, y no sé ni cómo empecé a escribir crítica de cine para la revista Mella, el órgano oficial de la AJR. Esther Ayala, que entonces era su jefa de redacción, me convenció para encargarme de otros trabajos, y al rato andaba yo escribiendo crónicas y hasta reportajes sobre casi todo lo humano y casi nada de lo divino.

Todavía, mientras cursaba mis estudios de filología, fui periodista en Radio Reloj Nacional, por invitación de mi amigo Edel Suárez y en la Revista Cuba, donde fui secretario de redacción y tuve como jefe a Darío Carmona, periodista republicano español, con quien aprendí casi todo lo que sé del oficio. Pero preferí dedicarme a la más desasida, a la más intemporal literatura porque empecé a comprobar que el periodismo socialista se regía por normas muy peculiares.

Si uno hurgaba en una bibliografía al alcance de todos, empezaba a descubrir que las reglas que establecían las coordenadas del periodismo socialista eran las que había establecido Lenin en diversos artículos. Lo que ocurría es que, si uno miraba los años cuando se escribieron, las fechas de esos artículos de Lenin eran 1910 ó 1911. Esto es: eran normativas para la prensa socialista clandestina.

Esas fueron las normas que Stalin –gran maestro de la descontextualización– escogió para regir la prensa del socialismo en el poder. Ese es uno de los signos del dogmatismo y la manipulación: la afirmación que se hizo en una circunstancia, pretende establecerse como válida para todas las circunstancias.

La prensa socialista clandestina, que debía defender contra sus enemigos la supervivencia de una organización perseguida, se convirtió, en el poder, en la reina del secretismo: que se diga lo menos posible, que es lo que prefiere el que hace las cosas mal y quiere ser inmune a los reclamos.

Los partidarios del “secretismo” han tratado de hacer creer que a una revolución, que afecta los intereses de los poderosos y por ello siempre tiene  enemigos de cuidado, no le hace bien airear las imágenes de lo negativo que pueda existir en el ámbito donde gobierna, pero esto jamás podrá esgrimirse como un principio legítimo. Los males deben conocerse para poder combatirlos y eliminarlos.  Cualquier médico sabe que sin diagnóstico no hay curación. Lo que se precisa es que la caracterización de lo mal hecho se realice con honestidad y precisión.

Cuando único cabe el control y el invocar la seguridad nacional para que la prensa actúe con absoluta disciplina, es cuando la patria está siendo atacada y no debe decirse nada que pueda ser usado por el agresor. Ese principio legítimo puede también pervertirse: la administración del expresidente George W. Bush militarizó la prensa en las guerras de Afganistán e Irak, pero estaba claro que esas guerras eran injustificadas, porque no se combate a un grupo terrorista bombardeando e invadiendo una o dos naciones y estaba claro que la seguridad de los Estados Unidos no estaba en peligro.

No es lo mismo una guerra en la que un país se defiende de una agresión, que la guerra en que el gobierno de una potencia está agrediendo a otro pueblo.

El invocar la defensa de la unidad del país para ocultar el mal manejo de una administración o de cualquier hecho de la vida civil, es también pervertir peligrosamente el que debía ser un principio sagrado. Es devaluarlo, porque se le está usando para ocultar lo mal hecho y así, se le hace cómplice de ello. 

La defensa de la Revolución y de la patria no es la defensa de las administraciones que funcionan mal.

El presidente Raúl Castro ha invocado la necesidad de un cambio de mentalidad que nos permita reencauzar la Revolución.  Hay que pensar de otra manera para poder cambiar las cosas.

Yo creo que la prensa constituye un instrumento esencial para ello y que, por ello mismo, la burocracia que se opone a los cambios hará todo lo que pueda para evitar que nuestros medios informativos participen de ese cambio. Y los que temen por la seguridad de su cargo, tratarán de no arriesgarse. La burocracia tiene muchas maneras para coartar, atemorizar, retardar lo que no quiere que ocurra.

Hace apenas unos meses, el Dr. Esteban Morales, eminente politólogo y hombre de probada trayectoria revolucionaria,  escribió un artículo valorando el peso negativo que tiene la corrupción en el país y explicando cómo ello puede ser más dañino para la Revolución que las mismas actividades de la disidencia interna. Invocaba el caso de muchos de los antiguos países socialistas, donde los socialistas corruptos fueron esenciales para la restauración del capitalismo.

El comité del PCC en su municipio sancionó a Esteban a la máxima pena: nada menos que separándolo como militante comunista, lo que nos pareció escandaloso a muchos. Él apeló a las instancias que correspondían y finalmente fue suprimida la sanción y le fue devuelto su carné de militante. Fue una hermosa y necesaria victoria. Pero la página web donde publicó su opinión no ha vuelto a ser la misma. Se ha cargado de una prudencia que está a un paso del temor, porque entre la prudencia y el miedo, media el mismo paso que va de lo sublime a lo ridículo. En este sentido, la sanción surtió efecto.

El Dr. Morales, uno de nuestros mayores conocedores de la política de los Estados Unidos y frecuente invitado a la Mesa Redonda, no ha vuelto a aparecer en el programa, cuando se han tratado temas en los que es una autoridad. A mí me parece que su reivindicación debía ser completa.

La perversión del uso del principio de unidad degrada la defensa de la patria a la defensa de los funcionarios y, generalmente, de los funcionarios que no merecen ser defendidos.

El “secretismo” crea una ley no escrita mediante la cual las noticias no existen hasta que la instancia pertinente aut-*orice su existencia, si pensaba que la existencia de esa noticia era conveniente a la política del país, o para lo que el censor piensa que son los intereses de la nación.

Cuando la información se publicaba, hacía mucho rato que todo el mundo la sabía, porque en el mundo en que vivimos, el de la Internet y el email, es fácil propagar la mentira, pero casi imposible ocultar la verdad.

La excusa para ocultar una noticia es, casi siempre que, el saberla, laceraría la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo. Y ello es subvalorar al pueblo que tenemos, instruido, con una verdadera cultura política y hondamente identificado con nuestra revolución, veterano de todas las batallas de estos cincuenta años; un pueblo que ha sabido asumir a fondo profundos sacrificios. Hay muy pocos pueblos que sean más capaces de conocer  todas las verdades sin flaquear que el cubano.

Cometen una gran injusticia o un gran error de apreciación por no conocer por dentro los órganos informativos cubanos,  los que juzgan a los periodistas  como cómplices del silencio que hace la prensa ante muchas realidades negativas. La autocensura es casi siempre la consecuencia de la censura. Cuando a un periodista le rechazan continuamente sus artículos críticos, termina por aprenderse la lección: la dirección del periódico no quiere que se hagan esas valoraciones, así que lo mejor es ni escribirlas, porque estoy obligando a los jefes a censurarme y, no sólo lo harán, sino que además me culparán de ello porque, con mi insistencia, los estoy obligando a ejercer el feo oficio de censores. Estoy obligándoles a que hagan explícita su posición.

Es cierto que hay algunos que averiguan cómo procede el jefe y  actúan en consecuencia, pero son los menos y de todos modos, son también un producto de la censura.

Yo espero que esté al producirse un cambio en el funcionamiento de nuestra prensa. No podrá ser sólo un cambio de figuras, aunque ese cambio pueda estar incluido. Si el sistema sigue siendo el mismo, los resultados serán iguales o muy parecidos.

El socialismo ha demostrado tener, para la información que lo critica, eso que se llama en el boxeo “poca asimilación”. El boxeador tiene que golpear pero, a la vez, asimilar los golpes del contrario. El boxeador que se cae al primer golpe, dicen los especialistas que tiene “mandíbula de cristal”. El socialismo tiene que aprender a asimilar porque ello le es imprescindible para mejorar. Puede hacerlo, pero tiene, como pide Raúl, que cambiar la mentalidad, o la mandíbula.

No debería atemorizarse, aunque es cierto que cualquier problema de la sociedad cubana es enfocado y magnificado por sus enemigos, pero es hora de que dejemos de darle importancia a lo que no lo merece.  No podemos vivir subordinados a la apreciación del enemigo.

Si un gobierno detestado por el poder de los Estados Unidos hubiera tenido la cuarta parte de los conflictos que está viviendo y las violaciones de derechos que comete el régimen derechista de Sebastián Piñera en Chile, estarían las Naciones Unidas –incitadas ya se sabe por quién-- buscando mecanismos para decretar desde un embargo económico, hasta ese eufemismo que se llama “zona de exclusión aérea”, mediante la cual impido que otro bombardee a los civiles y los mate, bombardeándolos y matándolos yo.

No hay defensa alguna de los derechos humanos.

No hay casi prensa en el mundo que no este visiblemente manipulada y controlada y no responda a determinados intereses que no son necesariamente los de la legítima información.

La prensa del mundo capitalista es prensa privada y responde a los intereses de sus propietarios, o a los que sus propietarios se alían.

La prensa socialista ha sido manejada por un partido único que se ha fundido con los concretos intereses de los organismos de gobierno actuantes o, más exactamente, con las personas que rigen esos organismos, porque aunque ello no está en  el programa, la mayor parte de las alianzas no son entre las instituciones, sino entre los funcionarios que las dirigen, que se relacionan y se protegen. 

El Comandante Fidel Castro dijo no hace mucho que un problema muy grave es que nadie sabía cómo se construía el socialismo. Me pregunto: ¿y alguien sabía cómo se organizaba la prensa del socialismo?

Yo pienso que el sistema que tenemos no funciona adecuadamente. El Granma debería hacer los enfoques oficiales que son los que aprueba y respalda con responsabilidad el CC del PCC, del cual es órgano oficial. Su director sería nombrado, tal como ahora, por esa entidad. Pero en la prensa en su conjunto, no pueden circular únicamente aquellos criterios que se consideren como “política oficial”. Tienen que circular valoraciones que enriquezcan el pensamiento, e incluso contribuyan a modificar lo que es hoy la “política oficial”: ese es un acervo del que la sociedad no puede prescindir porque la nutre y la desarrolla.

Yo creo que debía haber un cuerpo colegiado integrado por dirigentes partidarios e institucionales pero también por trabajadores y personalidades de suficiente y probada autoridad como para no disponer algo que vaya contra su conciencia y su  prestigio.

Este órgano debía proponer los directores de los otros periódicos, las revistas y los espacios noticiosos radiales y televisivos de alcance nacional, que serían electos por período de tres años, prorrogables a otros tres.

Esos directores tendrían plena autoridad para disponer  lo que se publica y sólo serían impugnables por tres razones: 1) porque publicaran información falsa bien por mala intención y/o por probada negligencia en la indagación  2) por ocultar informaciones que deben ser divulgadas; y 3) porque publicaran información que atentara contra la seguridad de la nación.

Esta propuesta habría de discutirse y, seguramente, ser mejorada.

¿Es esto una propuesta descabellada? ¿Es esto un desvarío imposible de concretar? Tendrían que demostrármelo tanto los dueños de periódicos que publican lo que les interesa, cómo los que apoyan la prensa  controlada del socialismo, que no cumple las funciones que debía cumplir. 

Creo que vale la pena ensayar lo que parece imposible porque, como dijo mi amigo Silvio Rodríguez, “de lo posible se sabe demasiado”.

(*) Espacio laical: órgano del Consejo arquidiocesano de Laicos de La Habana: http://espaciolaical.org/

martes, 25 de octubre de 2011

Por vigésima ocasión, golpe contundente al bloqueo

Resultados votación ONU contra bloqueo (2011)
Naciones Unidas condenó hoy, por vigésima ocasión en 20 años consecutivos, el bloqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba y exigió su levantamiento.
El nuevo rechazo a ese cerco norteamericano fue sancionado este martes aquí por el plenario de la Asamblea General de la ONU 186 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones.
Las votaciones contra el bloqueo comenzaron el 24 noviembre de 1992 cuando la 47 sesión ordinaria de ese órgano aprobó por 59 votos a favor, tres en contra y 71 abstenciones la primera resolución en ese sentido.
Desde entonces la Asamblea ha aprobado cada año una resolución titulada Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba.
(Con información de Prensa Latina)

Putrefacción moral

El brutal asesinato de Muammar Khadafi a manos de una jauría de mercenarios organizados y financiados por los gobiernos “democráticos” de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña actualiza dolorosamente la vigencia de un viejo aforismo: “Socialismo o barbarie”. No sólo eso: también confirma otra tesis, ratificada una y otra vez que dice que los imperios en decadencia procuran revertir el veredicto inexorable de la historia exacerbando su agresividad y sus atropellos en medio de un clima de insoportable descomposición moral. Ocurrió con el Imperio Romano, luego con el español, más tarde con el otomano, después con el británico, el portugués y hoy está ocurriendo con el norteamericano. No otra es la conclusión que puede extraerse al mirar los numerosos videos que ilustran la forma en que se “hizo justicia” con Khadafi, algo que descalifica irreparablemente a quienes se arrogan la condición de representantes de los más elevados valores de la civilización occidental. Sobre ésta cabría recordar la respuesta que diera Mahatma Gandhi a la pregunta de un periodista, interesado en conocer la opinión del líder asiático sobre el tema: “es una buena idea”, respondió con sorna.
El imperialismo necesitaba a Khadafi muerto, lo mismo que Bin Laden. Vivos eran un peligro inmediato, porque sus declaraciones en sede judicial ya no serían tan fáciles de ocultar ante la opinión pública mundial como lo fue en el caso de Saddam Hussein. Si Khadafi hablaba podría haber hecho espectaculares revelaciones, confirmando numerosas sospechas y abonando muchas intuiciones que podrían haber sido documentadas contundentemente por el líder libio, aportando nombres de testaferros imperiales, datos de contratos, comisiones y coimas pagadas a gestores, cuentas en las cuales se depositaron los fondos y muchas cosas más. Podríamos haber sabido que fue lo que Estados Unidos le ofreció a cambio de su suicida colaboración en la “lucha contra el terrorismo”, que permitió que en Libia se torturara a los sospechosos que Washington no podía atormentar en Estados Unidos. Habríamos también sabido cuánto dinero aportó para la campaña presidencial de Sarkozy y qué obtuvo a cambio; cuáles fueron los términos del arreglo con Tony Blair y la razón por la cual hizo donativos tan generosos a la London School of Economics; cómo se organizó la trata de personas para enviar jovencitas al decrépito fauno italiano, Silvio Berlusconi, y tantas cosas más. Por eso era necesario callarlo, a como diera lugar.
El último Khadafi, el que se arroja a los brazos de los imperialistas, cometió una sucesión de errores impropios de alguien que ya venía ejerciendo el poder durante treinta años, sobre todo si se tiene en cuenta que el poder enseña. Primer error: creer en la palabra de los líderes occidentales, mafiosos de cuello blanco a los cuales jamás hay que creerles porque más allá de sus rasgos individuales -deleznables salvo alguna que otra excepción- son la personificación de un sistema intrínsecamente inmoral, corrupto e irreformable. Le hubiera venido bien a Khadafi recordar aquella sentencia del Che Guevara cuando decía que “¡no se puede confiar en el imperialismo ni un tantito así!”. Y él confió. Y al hacerlo cometió un segundo error: desarmarse. Si los canallas de la OTAN pudieron bombardear a piacere a Libia fue porque Khadafi había desarticulado su sistema de defensa antiaérea y ya no tenía misiles tierra-aire. “Ahora somos amigos”, le dijeron Bush, Obama, Blair, Aznar, Zapatero, Sarkozy y Berlusconi y él les creyó. Tercer error, olvidar que como lo recuerda Noam Chomsky, Estados Unidos sólo ataca a rivales débiles e inermes, o que los considera como tales. Por eso pudo atacar a Irak, cuando ya estaba desangrado por la guerra con Irán y largos años de bloqueo. Por eso no ataca a Cuba, porque según los propios reportes de la CIA ocupar militarmente la isla le costaría un mínimo de veinte mil muertos, precio demasiado caro para cualquier presidente.
Los imperialistas le negaron a Khadafi lo que les concedieron a los jerarcas nazis que aniquilaron a seis millones de judíos. ¿Fueron sus crímenes más monstruosos que las atrocidades de los nazis? Y el fiscal general de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, mira para otro lado cuando debería iniciar una demanda en contra del jefe de la OTAN, causante de unas 70.000 muertes de civiles libios. En una muestra de repugnante putrefacción moral la secretaria de Estado Hillary Clinton celebró con risas y una humorada la noticia del asesinato de Khadafi. (Ver http://www.youtube.com/watch?v=Fgcd1ghag5Y) Un poco más cautelosa fue la reacción del Tío Tom (el esclavo negro apatronado que piensa y actúa en función de sus amos blancos) que habita en la Casa Blanca, pero que ya hace unas semanas se había mostrado complacido por la eficacia de la metodología ensayada en Libia, la misma que advirtió podría ser aplicada a otros líderes no dispuestos a lamerle las botas al Tío Sam. Esta ocasional victoria, preludio de una infernal guerra civil que conmoverá a Libia y todo el mundo árabe en poco tiempo más, no detendrá la caída del imperio. Mientras tanto, como lo observa un agudo filósofo italiano, Domenico Losurdo, el crimen de Sirte puso en evidencia algo impensable hasta hace pocos meses: la superioridad moral de Khadafi respecto de los carniceros de Washington y Bruselas. Dijo que lucharía hasta el final, que no abandonaría a su pueblo y respetó su palabra. Con eso le basta y sobra para erguirse por encima de sus victimarios.

lunes, 24 de octubre de 2011

La explosión milagrosa

Calle Obispo. La Habana. (Foto: Raquel Pérez)
Calle Obispo. La Habana. (Foto: Raquel Pérez)
En estos días llegó a mis manos un análisis económico sobre Cuba de una embajada occidental. Pintan una realidad muy diferente a la que estamos acostumbrados a oír, afirman incluso que ya existe una reserva de divisas que supera los US$5.000 millones.
Prevén que en el 2011 crecerán en un 15% los ingresos del turismo, también las producciones industriales y levemente las agrícolas.
Aumentarán las exportaciones, incluyendo derivados del petróleo y la extracción de crudo sube en un 10%.
Informan que "las empresas (extranjeras) que aceptaron certificados de depósito de bancos cubanos con vencimientos semestrales para saldar sus deudas y cuentas bloqueadas, han cobrado con normalidad el tercer vencimiento".
Concluye que la economía "está en una situación de estabilidad con bajo crecimiento", que continúan un "riguroso" proceso de ajuste interno y externo y que no es previsible que pueda producirse a corto plazo una crisis similar a la del 2008.

Finalmente recuerda que en unos meses se inician las prospecciones petroleras en el mar y si los resultados son positivos "las consecuencias favorables para Cuba se empezarían a sentir desde ese momento y podrían ser de gran alcance".
Mientras, en EE.UU. aparecen nuevas teorías conspirativas en las que Cuba está detrás de todos los males de mundo, igual que aquel periódico de la Florida que acusó a Fidel Castro de entrenar tiburones para que ataquen a los turistas de Miami.
Ahora dicen los exiliados que tras la denegación de fondos a sus organizaciones está el gobierno cubano y lamentan que Washington "haya caído en este tipo de juegos" tramados por La Habana para cortar toda ayuda a la "resistencia".
Otro periódico miamense asegura que el movimiento mundial de los indignados está totalmente infiltrado. Según su versión de la realidad, los hilos estarían siendo movidos desde las sombras por los gobiernos de Cuba y Venezuela.
Dicen que "la misma anarquía ocurre con los que acamparon en Madrid en la Puerta del Sol, con los estudiantes de Chile, Wall Street, Washington DC y otros grupos de "indignados" en el mundo, infiltrados por miembros del partido comunista".
La periodista asegura que estos agentes fueron "enviados con el determinado propósito de causar el caos" en todo el mundo y agrega que "se ha comprobado" que es la inteligencia cubana la que manipula a los estudiantes chilenos.
(Es una suerte que este periódico no se haya enterado de que mi mujer, cubana y fotógrafa, estuvo aquel 15 de mayo en la primera manifestación de los indignados españoles, seguramente la hubieran incluido dentro del complot internacional).
Como colofón se hace un llamado apocalíptico a la represión, "si los gobiernos no se ponen firmes, el pilar que sostiene a cada país afectado se vendrá abajo. Es hora que las autoridades actúen (...) Mañana puede ser demasiado tarde".
Otro articulista de Miami trata de explicar por qué no hay indignados en Cuba y dice que "el régimen aún cuenta con la capacidad de mantener fragmentada no sólo a la disidencia sino en lograr que las pequeñas protestas (...) no alcancen una dimensión mayor".
Lo curioso es que después de reconocer que el gobierno mantiene el control político del país, el analista concluye, como por arte de magia, afirmando que "todo ello lleva a un aumento de las posibilidades de un estallido social".
Pero dentro de la isla la oposición es menos "optimista", la bloguera Dania García, en la fundación de un nuevo grupo disidente, nos explicó a los periodistas extranjeros que su trabajo es muy cuesta arriba porque el cubano es "un pueblo ignorante".
Quienes en Miami sueñan con una explosión popular milagrosa y sorpresiva que derroque al gobierno, no han analizado en profundidad lo ocurrido en otros países y extrapolan automáticamente realidades muy diferentes entre sí.
Si la oposición cubana quiere sacar alguna experiencia de los alzamientos árabes o de los indignados occidentales debería primero entender lo que sucede realmente en esas sociedades y después hacer un análisis serio de la realidad de la isla.
En el caso de Cuba ni siquiera necesitan rebanarse mucho los sesos, las embajadas occidentales tienen estudios bastante objetivos de la situación nacional y los propios diplomáticos de EE.UU. la reflejan en los cables secretos revelados por Wikileaks.
La bloguera Yoany Sánchez pregunta en Twitter "¿Cuándo vamos a indignarnos públicamente los cubanos? ¿Cuándo vamos a entender que aquí hay miles de razones para indignarse?", pero la respuesta no está en las redes sociales ni en las tertulias de Miami, sino en las calles de Cuba, en medio de la gente.

domingo, 23 de octubre de 2011

Lo que dice la encuesta del CRI en Miami

Por Jesús Arboleya Cervera
Lo que dice la encuesta del CRI en MiamiHace unos días, el Cuban Research Institute (CRI), de la Universidad Internacional de la Florida, dio a conocer los resultados de la última encuesta realizada en la comunidad cubanoamericana de Miami. Esta es la décima de las que vienen realizando desde 1991 y estuvo acompañada de un interesante informe titulado “La diáspora cubana en el siglo XXI”, que por razones de espacio no puedo comentar ahora.
Me limitaré, por tanto, a comparar los resultados de esta encuesta con la primera que realizó esta institución en 1991, toda vez que ello puede ilustrarnos respecto a las transformaciones políticas sufridas por esta población, en los últimos veinte años.
En 1991, el 88 % de la muestra consideraba que el régimen cubano no sobreviviría más de dos años, aunque solo un 32 % contemplaba la posibilidad de regresar si esto ocurría. El 77,5 % apoyaba una eventual rebelión armada en Cuba y el 53 % una invasión militar de Estados Unidos. Casi el 90 % abogaba por intensificar el bloqueo económico y el 61 % estaba en contra de la venta de medicinas y alimentos. Apenas el 41 % estaba interesado en viajar a Cuba, incluso si se levantaban las restricciones existentes en esos momentos.
En la última encuesta, al menos en la versión a la que he tenido acceso, la pregunta relacionada con el posible fin del régimen cubano ni siquiera se hace, y tampoco aparecen las relacionadas con el apoyo a la rebelión armada o la invasión norteamericana, quizá porque en opinión de los investigadores ya carecen de actualidad, lo cual sería una buena noticia, si realmente fuese cierto.
De todas formas, hoy día, el 56 % de los cubanoamericanos apoyan el bloqueo económico y el 80 % lo considera disfuncional; alrededor del 75 % respalda las ventas de medicinas y alimentos; un 57 % los viajes sin restricciones y el 61 % se opone a cualquier ley que restrinja esta posibilidad, lo que indica el desfase de la extrema derecha, respecto a los criterios de la mayoría de la población, ya que un 58 % defiende el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países.
Quizá lo más trascendente, es que el cambio de estas actitudes ha estado determinado por las opiniones de los que emigraron de Cuba después de 1994, los jóvenes inmigrantes y los nacidos en Estados Unidos, expresando una tendencia que puede aumentar en el futuro, toda vez que responde a factores objetivos e históricos difícilmente modificables, al menos, si las condiciones actuales se mantienen más o menos inalteradas.
Tal situación plantea una dinámica muy interesante a escala de la política local y la futura elección de representantes cubanoamericanos para cargos estaduales y nacionales, toda vez que aproximadamente el 50 % de los habilitados para votar se ubica en una u otra posición. En esta paridad influye la secuela del llamado “exilio histórico” y la escasa participación de los “nuevos emigrados” en la vida política del país, pero la diferencia la hacen los descendientes, donde se registra un apoyo mayoritariamente sostenido a las posiciones más conciliadoras.
Algunos opinan que estos resultados generarán, a corto plazo, transformaciones relevantes en la estructura política cubanoamericana y no deja de ser cierto que los más preocupados con esta eventualidad, son los políticos de la extrema derecha, los cuales incluso pretenden modificar la Ley de Ajuste Cubano, con tal de frenar este proceso. No obstante, yo soy menos optimista, ya que si realmente la opinión de las mayorías decidieran en la vida política norteamericana, los ricos pagarían más impuestos y George W. Bush nunca hubiese sido presidente de Estados Unidos.
Lo que resulta innegable es que, cualquiera sea su impacto inmediato en la política doméstica, en términos humanos, culturales, incluso económicos, estas transformaciones inducen a una nueva manera de relacionarse con la sociedad cubana, así como a la forma en que ésta percibe a los emigrados, atenuando los conflictos políticos e ideológicos de antaño, sin por ello negar que éstas diferencias existen, al menos generalizadas a escala social, y continuarán influyendo en las relaciones entre las dos partes.
La clave está en que, en las actuales condiciones, es dable convivir a pesar de estas diferencias y en esto radica la posibilidad del “diálogo entre cubanos”, como algunos llaman a un proceso que siempre debió haber sido normal, pero que resultaba imposible hace veinte años, como lo demuestra las encuestas llevadas a cabo en la comunidad cubanoamericana entonces y la reacción de la sociedad cubana frente a estas actitudes.
Todo indica que la recientemente anunciada reforma de la política migratoria cubana, parte de reconocer estas transformaciones. Por lo que, aunque aún no se conoce el alcance de las mismas y seguramente éstas no van a satisfacer, por sí solas, las expectativas de todo el mundo, lo relevante es el sentido en el que están orientadas, “al incremento de los vínculos de la nación con la comunidad de emigrantes”, según lo dicho por el presidente Raúl Castro, desbrozando el camino para avanzar en este proceso.
Es de esperar, por tanto, que la encuesta que realice el CRI dentro de veinte años, tenga resultados aún más alentadores y ojalá hayan pasado definitivamente a la historia, aquellos políticos cubanoamericanos que viven de una beligerancia que ya solo sirve a sus propios intereses.

jueves, 20 de octubre de 2011

Somos deudores de sus obras inmensas

Isahily  Pérez • La Habana

Me corresponde el inmenso honor de pronunciar las palabras de elogio de siete figuras cardinales de la Cultura Cubana, y no en un año cualquiera sino en el año en que la Asociación Hermanos Saíz llega a su aniversario 25. Provengo de una generación para la cual la Asociación no guarda secretos. Provengo de la generación que al despertar encontró en todas las provincias de Cuba, y aún en municipios recónditos, las siglas A-H-S junto al rostro de los dos hermanos que son siempre jóvenes. Provengo de la generación que sabía dónde estaba la Casa del Joven Creador y que allí se entraba gratis; que importantes artistas colgaban sus exposiciones, montaban sus puestas, leían poesía, descargaban.
También provengo de la generación que vio por vez primera, y con total naturalidad, los monumentales conciertos de rock que se hacían en Santa Clara, y la que vio a los raperos narrar nuestra cotidianidad con su discurso crítico y siempre participativo. Cuando necesitamos espacios de realización los encontramos abiertos; y cuando necesitamos de espacios nuevos, nosotros mismos los creamos.
Vimos caer paredes que parecían inmóviles y vimos las columnas ser flexibles. Fuimos contraparte de las instituciones de la cultura pero también supimos ser parte, de manera que hoy no existimos los unos sin los otros. Me atrevo a afirmar que a veces hablamos dialectos distintos pero siempre una misma lengua. No por gusto esta tarde los representantes del Ministerio de Cultura y sus instituciones están, como siempre, con nosotros.
Pertenezco a la generación que pudo publicar sus libros en las editoriales de la Asociación, y que pudo exponer en sus galerías las obras más polémicas. La generación que fundó revistas con nombres tan locos como La Gaveta, y colgó sus cuadros en la galería de arte que es un paso peatonal. La que iba con una mochila de provincia en provincia tocando a las puertas de toda Cuba con un santo y seña: A-H-S. Y así repetimos la ruta de Martí y vimos su rostro entre las nubes del Turquino. Y así viajamos fuera de Cuba e invitamos a Cuba a quien quiso conocernos.
Dimos becas y premios y fundamos todo tipo de proyectos. Los mejores perduran y son espacios vivos de participación y legitimación. De los coyunturales bebimos la esencia y supimos pasar a otra cosa. Y así hemos sido siempre jóvenes. Todos los años recibimos a quienes llegan con un carné que generalmente se les pierde. Les explicamos qué es la Asociación y cómo funciona. Pero el qué y el cómo son distintos para cada artista, y cada artista necesita descubrirlo por sí solo. Cuando entendimos todo, participamos de todo y todos nos conocen, casi siempre ya es hora de decir adiós. Nos despedimos sin grandes tristezas, porque a los 36 años aún se es joven, y el mundo sigue siendo ancho pero ya nunca es ajeno. Años después, entre papeles viejos encontramos el carné que anduvo perdido. Sé de muchos que lo guardan con nostalgia. Hay quienes dicen que en la Asociación vivieron sus mejores días, y yo les creo.
Leyendo con Retamar me temblaron las manos al oírle su poema: “Y Fernández”. Y en una reunión que parecía interminable, Fina escapó por mi lado y era el alma de Cuba quien pasaba. Vi a mis amigos de la Trovuntivitis cantar junto a Manu Chau y con Liliana Herrero; y vi a los rockeros coreando con Sepultura, y a Yasek Manzano y Wynton Marsalis compartiendo una trompeta.
Les digo a los que recibirán su carné de asociados en el emblemático Pabellón Cuba, no una tarde cualquiera sino está tarde; los que simbolizan a los 400 jóvenes que ingresarán a lo largo y ancho de la Isla, que la Asociación es casa a la vez que herramienta, que la irán entendiendo en la medida en que ella absorba con su inmensa comprensión sus obras por venir. Los que esta tarde reciben no un carné, sino el Sello 25 Aniversario, han dejado a los que ingresan un hermoso diseño que felizmente siempre estará incompleto, que siempre necesitará de nuevos sentidos y de nuevos trazos.
El Sello 25 Aniversario se ha estado entregando por estos días, en todas las provincias del país, a instituciones, jóvenes artistas y personalidades que han participado de la vida de la organización de un modo relevante. La mayoría de estos creadores recibieron hace años su carné y hoy son los impulsores de los procesos culturales, y los actores de cambio para un mundo mejor.
Y para que esta tarde sea completa, y esta es la razón esencial de que nos encontremos reunidos, a propuesta del Consejo Nacional de la Asociación Hermanos Saíz, se entrega la máxima distinción que dan los creadores jóvenes a siete relevantes artistas e intelectuales, que no necesitan de más presentación que sus mismos nombres, y vienen a sumarse a una lista entrañable y prestigiosa de Maestros de Juventudes.
Marta Valdés está considerada la figura más sobresaliente de la segunda generación del filin, y su obra prepara el camino al surgimiento de una nueva canción en Cuba, no solo desde la estética musical sino también en el ámbito poético. Temas suyos han sido cantados por míticos intérpretes de la talla de Bola de Nieve, Elena Burke, Omara Portuondo, Pablo Milanés y la Freddy. No se pudiera hacer un recuento de la canción cubana sin temas como “Llora” y “Tú no sospechas”, entre otros. No solo sobresale Marta Valdés como cantautora, es además una de las más lúcidas teóricas de nuestra música. De su labor como crítica proviene el antológico volumen Donde vive la música, y hoy, desde su espacio digital en Cubadebate, sigue ejerciendo su criterio siempre lúcido y profundo. Llegue a esta leyenda viva de la canción cubana, el homenaje de una organización que la acompaña en la promoción de una de las corrientes más robustas de nuestra historia musical, la trova.    
Ramona de Saá, Premio Nacional de Danza y también de Enseñanza Artística, resume en estos lauros las pasiones cardinales de su vida. Fundadora del Ballet Nacional de Cuba fue, en su juventud, una de sus principales figuras hasta que una lesión la alejó del baile pero no de las tablas. Cuentan que en medio de una clase recibió la noticia de haber merecido el Premio Nacional de Enseñanza Artística —distinción que reconoce sus 45 años de vínculo con la docencia, y sus aportes a la Escuela Cubana de Ballet— y seguramente es cierto, pues Ramona de Saá está considerada, unánimemente, como una de las representantes más notables de la Pedagogía de la Danza en el mundo contemporáneo, y en nuestro país ha formado a las nuevas promociones de bailarines. Ramona de Saá ya no es solamente maestra de bailarines, también lo es de todos los noveles artistas.
Sara González, fundadora del movimiento de la Nueva Trova, y una de sus figuras más queridas, también perteneció al Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, y ha sido un icono para múltiples generaciones. Su obra es diversa, y al rigor de su preparación como artista se une su sensibilidad de mujer apegada a la defensa de la identidad nacional, y a nuestro perenne anhelo de justicia. Con real autenticidad ha sintonizado la épica nacional con el ser humano a través de temas sociales de un inmenso vigor, y ha podido comunicar el pulso de nuestros tiempos en canciones que son verdaderos símbolos. Se dice que Sara le ha puesto voz a la Revolución y cuerpo a la cubanía. Sara González, Maestra de Juventudes, ya es parte inseparable de la Asociación como lo es de nuestra memoria colectiva. Su nombre, su voz, su alegría, significan pueblo.
A Nersys Felipe los niños la leen en la escuela y la siguen leyendo durante toda la vida. Su obra, perenne exaltación de la cubanía, es capaz de elevar lo local a lo universal; prueba de ello es que ha sido traducida a varios idiomas. Solamente con Cuentos de Guane y Román Elé, que le merecieron dos Premios Casa, ya hubiera sido considerada un clásico de nuestras letras. Aunque a sus reconocimientos suma el Premio La Edad de Oro y el de la Crítica, prefiero resaltar un galardón casi desconocido —quizá el que más se le parece—, el origami que representa la Distinción a la Humildad “Dora Alonso”, que le fuera entregado por Gente Nueva a principios de año. A Nersys Felipe, una de las más importantes escritoras cubanas de todos los tiempos, sumamos otro premio: el que esta tarde, con inmenso amor, le entrega a la joven vanguardia artística.   
Alfredo Sosabravo, pintor, dibujante, grabador, ceramista, es uno de los más significativos artistas cubanos, justamente reconocido con el Premio Nacional de las Artes Plásticas. Sosabravo ha realizado una obra fácilmente identificable por su estilo único, optimista y espléndido, que tiene como centro al ser humano y la naturaleza. Experto en todas las técnicas, se ha renovado constantemente, de manera que con el paso de los años sus creaciones han crecido en originalidad y fuerza. Su obra, referente ineludible si ha de hablarse de arte cubano, es el resultado de una mente siempre fresca e indagadora, que no teme seguir experimentando a pesar de sus más de ochenta años. Merece Alfredo Sosabravo el mejor homenaje de los artistas jóvenes, que es ser llamando, con total justeza, Maestro.
Enrique Pineda Barnet, hombre de increíble versatilidad, es cineasta, guionista, poeta, y actor, y se ha movido en los ámbitos del teatro, la radio, la televisión, el periodismo y el magisterio. Es fundador de Teatro Estudio, de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, de la Televisión y de la UNEAC. Para terminar con las frías pero necesarias enumeraciones, diré que Pineda Barnet dirigió el filme de ballet Giselle, único de su tipo en América Latina, y uno de los más logrados en el mundo; y en 1989, La Bella del Alhambra, que integra la lista de las películas más importantes del cine cubano, y que todo cubano ha visto con fervor. Por esa y otras realizaciones mereció en 2006 el Premio Nacional de Cine. No nos extrañe que los artistas jóvenes llamemos a Pineda Barnet: Maestro, porque lo ha sido. En 1959 fue el primer maestro voluntario que tuvo nuestro país, y  a partir de esa experiencia, como el mismo refiere, no ha dejado de serlo ni un solo instante.
Fernando Martínez Heredia es uno de los intelectuales más valiosos de América Latina, y su obra es brújula indispensable para entender los problemas del continente y el mundo contemporáneo. En los albores de los años 60 inicia su labor en el Departamento de Filosofía de la Universidad de la Habana, y a finales de esta década ya dirige la revista Pensamiento Crítico, publicación inevitable cuando se habla del marxismo en Cuba y Latinoamérica. A partir de este momento se centra en la investigación, y su trabajo es tan fecundo que parece no haber vivido una, sino tres vidas. A la Distinción por la Educación Cubana se le suman el Premio Casa de las Américas de Ensayo, y el Premio Nacional de Ciencias Sociales, por solo citar sus más importantes reconocimientos. La vida de Fernando Martínez Heredia ha estado en perfecta sintonía con la historia de nuestro país, y su obra nos ha legado claves inestimables para comprenderlo. Querido Maestro, llegue a usted la gratitud de los jóvenes que andamos tras su huella y su lámpara alta.
Reciban este premio: Marta Valdés, Ramona de Saá, Sara González, Nersys Felipe, Sosabravo, Pineda Barnet y Fernando; sabemos que al aceptarlo son ustedes quienes nos premian.   
Los que somos deudores de sus obras inmensas, su continuidad, su renuevo, hoy cumplimos 25 años. Desde las capitales o desde el municipio más recóndito: con guitarra, con libros, con pincel y paleta, encima de las tablas, grabando de la vida cuanto ocurre; en las Casas del Joven Creador, en las calles y en las instituciones; ascendiendo al Turquino con el rostro vivo de Martí sobre nuestro propio rostro; en el árbol de Cuba aquí estamos, los verdes, nuevos brotes.
Muchas gracias a todos.
 
Pabellón Cuba, martes 18 de octubre de 2011

miércoles, 19 de octubre de 2011

No permitan que llegue a haber dos Cubas en la cultura

Palabras de agradecimiento pronunciadas este martes, durante el acto de entrega del premio Maestro de Juventudes, máxima distinción que otorga la Asociación Hermanos Saíz


Fernando Martínez Heredia

Es demasiado grande el honor que me hacen hoy mis hermanos de la Asociación Hermanos Saíz: recibir el Premio Maestro de Juventudes y, además, hablar a nombre de los artistas e intelectuales a los que se les otorga ese reconocimiento. Agradezco mucho el Premio, aunque me resulta simpático recibir un galardón por hacer algo que me proporciona tantas satisfacciones.
Ante todo, la alegría del aniversario. Hoy cumple la Asociación la edad de un joven en su plenitud, 25 años, y realmente está en su apogeo como un instrumento organizado de los jóvenes artistas e intelectuales cubanos. Están desplegando un programa de actividades muy hermoso, desde el jueves pasado, que nos permite a todos compartir esa fiesta de cumpleaños colectivo y conocer mejor la actividad de la Asociación y lo que significa para la cultura y para el país. En un plano más interno, seguramente han hecho recuentos de logros e insuficiencias, y estarán planteándose con rigor analítico qué es la institución en la actualidad, cómo y en qué grado cumple las tareas y las funciones que se ha propuesto, qué proyectos debe impulsar y a qué sueños debe aferrarse.
Porque los he acompañado siempre y porque tengo mi esperanza puesta en ustedes, me permito decirles que los jóvenes intelectuales y artistas tienen ante sí tareas formidables y deberes extraordinarios respecto a la defensa y el desarrollo de la cultura nacional y el socialismo cubano. El campo en el que actúan es hoy quizá el sector más avanzado y de mayores potencialidades de nuestro país. La cultura es, por su naturaleza, sus fuerzas acumuladas y sus logros, lo que está más cerca de ponerse a la altura de las revoluciones sucesivas, las tareas diferentes y superiores a lo que parece posible y la ambición desmesurada, tres rasgos que son esenciales para que exista el socialismo. La cultura puede modificar a nuestro favor las ideas que tenemos acerca de lo que es valioso y de lo que es hermoso, instigarnos a trabajar más y mejor para la sociedad y para el bienestar de todos, resolver carencias y deseos de un modo muy diferente a las soluciones que propone el capitalismo, proporcionar goces y revelar horizontes. El arte puede adelantar una idea que el conocimiento social no ha formulado aún; o socializar lo que parece ser muy difícil, no por simplificarlo, sino por abordarlo de otro modo en el que las sensibilidades y las emociones participan mucho más. El pensamiento que ejercita la libertad y la crítica puede contribuir a que se planteen bien los problemas prácticos, se busquen y movilicen las fuerzas que sí tenemos y aumente la capacidad del pueblo para hacer efectivos sus conocimientos y cualidades, y para dirigir los procesos sociales.
Los jóvenes artistas e intelectuales que poseen formación, especialidades, conciencia e ideales constituyen un logro maravilloso de la Revolución. Los cambios tan profundos que han sucedido o están en curso en la comunicación y en numerosos terrenos de la producción y el consumo intelectual y artístico son asumidos con más facilidad por los jóvenes, que pueden asegurar una dialéctica de innovaciones y continuidades a nuestra cultura, dialéctica que es necesaria en sí misma y será un buen ejemplo para otras áreas de la vida nacional. Pero, además, esos cambios acontecen en un campo de batalla, la guerra cultural imperialista: hay que lograr que operen a nuestro favor y no en contra nuestra, y rechazar la solución suicida de tratar de impedirlos. Y en la coyuntura cubana estamos viviendo una fuerte lucha de valores entre el socialismo y el capitalismo. En esta situación, los jóvenes llegarán a ser decisivos. La Asociación Hermanos Saíz ha logrado ser una expresión sumamente destacada y prestigiosa de esos jóvenes en el campo cultural. Tengo la convicción de que le es posible ser vehículo de todos, o vínculo entre todos, y ser ejemplo de lo que puede lograrse con organización, conciencia y moral. Es decir, ser reconocida como vanguardia por esos jóvenes, e influir en una cultura que no se contraiga al sector que identificamos por ese apelativo, sino que se extienda a todas las cubanas y los cubanos.
Debemos salvar y promover a todos los talentos: eso es muy cierto. Pero también debemos salvar, defender y promover el gusto y la capacidad de discernir de las mayorías, y que ellas puedan y quieran gozar y aprender con esa cultura que hace ascender la condición humana. Que todos tengan oportunidades de consumirla y de crear, de crecer como personas y desarrollar en buenas direcciones sus sensibilidades, que son la madre de una gran parte de los valores. Si alguna lección hay en el magisterio es la voluntad tenaz de compartir con los demás la cultura que se tiene. Es imperioso que los jóvenes no permitan que llegue a haber dos Cubas en la cultura.
Quisiera hacer algunos comentarios personales sobre este Premio Maestro de Juventudes. Ante todo, lo veo como un hecho simbólico, una elección que hacen los jóvenes entre los maestros de hoy, que solo somos continuadores, en nuestro campo, de tantos que han sido maestras y maestros salidos de este pueblo, y que han contribuido a que los cubanos se encontraran consigo mismos, se volvieran cada vez más capaces de elevarse por sobre sus circunstancias y su preparación para enfrentarlas, de revolucionarse, de hacer una nación libre y de darlo todo por obtener la justicia. Por todo eso, me gusta en esta coyuntura recordar una frase de José Martí: «Nada es un hombre en sí, y lo que es, lo pone en él su pueblo».
Enseguida, advierto que somos una representación de un abanico muy amplio de quehaceres artísticos e intelectuales, a los cuales la Asociación rinde homenaje mediante nosotros. Es muy hermoso para mí compartir este septeto con una compositora, una maestra de ballet, una trovadora, una escritora, un artista de la plástica y un cineasta, y constatar que en todos esos ámbitos contamos con seres humanos que reúnen en sí un gran talento y un magisterio que entregan a los más jóvenes, día por día y toda la vida. Que han aprendido a despojarse del egoísmo con que marca la sociedad de dominación a todos —y que nos convierte en lobos frente los demás—, y de la soledad y la exacerbación de la individualidad que muchas veces caracterizan al creador, por su tipo mismo de actividad y por los severos enjuiciamientos de su calidad que debe enfrentar. Personas que son capaces de dedicarse a ese magisterio no solo por un tiempo, de no entrar y salir de ese papel, sino de disfrutarlo, mantenerlo y convertirlo en una manera de vivir.
Con este premio, la Asociación reafirma al mismo tiempo su pertenencia al decurso histórico de la cultura cubana, al incluir entre las actividades de su aniversario el reconocimiento al valor de los intercambios con intelectuales y artistas de generaciones precedentes a la suya. Esto no le quita nada a su novedad y su independencia, a su irrupción en el campo de las artes, las letras y el pensamiento, ni a su originalidad. La asunción crítica de la acumulación cultural y la formación en sus múltiples aspectos son requisitos para que la nueva generación pueda protagonizar la etapa que necesitamos, de creaciones, de promoción y de conducción cultural a la altura de las necesidades y del proyecto de sociedad en trance de liberación.
Antes de pasar a mi último comentario, permítanme personalizar a uno entre los premiados, la única que no está hoy con nosotros, sino que todos estamos con ella. Para todos los cubanos, Sara Gónzalez y Silvio Rodríguez son también la epopeya popular de Girón, devuelta en canciones. Para los de mi edad y mis experiencias, esas canciones son la materia sublime en que el mejor arte es capaz de convertir a la sangre y el polvo —que es el sucio primer sudario de los muertos—, al miedo que se vuelve heroísmo, a la entrega de todo y la pelea sin límites por los ideales de liberación, a las revoluciones, que siempre dejan tras sí victorias humanas. Por eso puede una canción ser tan alegre y ser un himno, y puede trasmitir tanta vida aquella voz de Sara, cuando canta: «nuestra primera victoria/ nuestra primera victoria». Casi 20 años después de Girón, en los días de la embajada del Perú y de El Mariel, Sara llegó a Nicaragua y la fui a buscar. Hablábamos por el camino, y se dio cuenta de que yo no tenía vivencia alguna de lo que estaba sucediendo en Cuba. Me preguntó cuánto tiempo llevaba fuera, y como consideró que era demasiado, me cantó, para mi solo, Yo me quedo, con aquel vozarrón maravilloso suyo. Sara supo enseñarme, ponerme al día y emocionarme, de una sola vez, con los medios pedagógicos mejores que ella posee.
Yo quisiera ser como fue mi inolvidable maestra de primaria, y que al cabo de la larga jornada me suceda lo que les pasó a nuestros maestros.
Cuando yo era un niño, aquellos educadores eran los únicos intelectuales que estaban al alcance de la mayoría de los muchachos del país. Ellos hicieron lo indecible para que fuéramos muy patriotas, honestos y cívicos. Para que supiéramos comportarnos en cualquier situación, y aprendiéramos matemáticas, español, historia y geografía del municipio y nacional. Nos formaban para la modestia, porque ellos no padecían de vanidad. Pero, sobre todo, aquellos maestros querían que nosotros llegáramos a ser los protagonistas de la Cuba futura, una nación soñada que tendría que realizarse del todo, y conquistar toda la libertad, la justicia y la prosperidad.
Para cumplir con esos maestros de juventudes, tuvimos que ser lo que ellos nos habían enseñado, pero también nos vimos obligados a no hacerles caso en todo aquello que nos impidiera cumplir con los ideales que nos habían inculcado. Y logramos cambiar a Cuba, y comenzamos a hacerla cada vez más libre, más justa y también más próspera, porque ahora la prosperidad consistía en repartir la patria entre todos sus hijos.
Cuando hoy nos otorgan este grado tan alto, el grado de maestro, mi mayor deseo es que me suceda lo que les pasó a los maestros míos. Que los alumnos de todos nosotros —de los maestros de hoy—, puestos a la tarea de realizar y cumplir, no nos hagan caso en nada que hayamos dicho que pueda estorbarles para cumplir los ideales que estamos compartiendo hoy. Que sientan siempre con su propio corazón, y piensen siempre con cabeza propia. Solo así serán capaces de hacer a Cuba cada vez más libre, más justa y más próspera.
(Tomado de Juventud Rebelde)